martes, 28 de abril de 2015

                  

               EL BANQUETE ROMANO

       La clase privilegiada romana, organizaban grandes banquetes. Julio César celebró el mayor banquete de la historia de Roma para conmemorar sus victorias en Oriente: invitó durante varias jornadas a más de 260.000 personas que comieron en 22.000 mesas. 

Había en ellos derroche de fortunas, de alimentos y bebidas; y también, de emociones e impulsos carnales. Tan amantes del placer y de comer eran, que no podían (ni debían) dejar de comer, retirándose, a mitad de éstos festines, alvomitorium, en donde, excitándose la garganta con plumas de pavo real, devolvían lo comido para alivianar el vientre y poder continuar con los excesos. El emperador Claudio Albino (finales del siglo II) comió 500 higos, 100 melocotones, 10 melones, 48 ostras y dos kilos de uva en un lago desayuno. 

Duraban entre ocho y diez horas y se prolongaban hasta momentos antes de amanecer, lo cual no parecería insólito en nuestros tiempos; pero hay que recordar, que estos hombres comían todo ese tiempo... ¡casi sin parar! No digo bebián, por que habrá más de uno que hará parecer al mismísimo Nerón, como un verdadero mentecato... 



                
La comida solía ser amenizada con música o exhibiciones de bailarines y "artístas" que amenizaban con varias suertes a los presentes. También se jugaban azares antes del postre. 

Los comensales se podían servir a su voluntad y así mismo podían llevarse a casa los restos de comida que habían sobrado del banquete.

                     

  TIPOS DE BANQUETES



Había en el banquete tres tiempos:

1) El gustus o gustatio, entremeses, formados de manjares ligeros y propios para estimular el apetito; en él se bebía el mulsum, brebaje de vino y miel. Plato de cajón era el huevo.
2) Cena propiamente dicha (de varios platos, dada uno de los cuales era llamado Ferculum o cena; por lo tanto: prima, secunda, tertia cena), durante la cual se bebía el vino.

3) Secundae mensae (los postres), que en los grandes banquetes se convertían en un simposio, llamado comissatio; en ella se comían cosas picantes o secas, que excitaban la sed, y se bebía copiosamente. Entre la cena y las secundae mesae se traían y se colocaban sobre la mesa las estatuillas de los lares; entonces se hacían libaciones, pronunciando palabras de buen augurio.

Finalmente con los postres (secundae mensae) se invitaba a los presentes a trasladarse de lugar para degustar el vino, con lo que se iniciaba la commissattio o borrachera.




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